Vox convierte a Madrid en la excepción de las grandes capitales europeas
A diferencia de sus colegas europeos de ultraderecha, que se alimentan de caladeros de votantes más transversales, Vox consigue más porcentaje de voto en Madrid y en las grandes urbes
Vox convierte a Madrid en la excepción de las grandes capitales europeas
A diferencia de sus colegas europeos de ultraderecha, que se alimentan de caladeros de votantes más transversales, Vox consigue más porcentaje de voto en Madrid y en las grandes urbes
España sigue siendo diferente. Aunque las elecciones del 28 de abril acabaron con la «excepción española» -uno de los pocos países de Europa sin un partido de ultraderecha en el Parlamento- los resultados de Vox han puesto de manifiesto otra singularidad de nuestro país: de las 10 capitales más grandes de Europa, Madrid es la única donde la derecha radical consigue un porcentaje de voto mayor al de la media del resto del país.
Vox logró el 13,86% del voto en Madrid, la media nacional se quedó Vox en el 10,26% (3,6 puntos de diferencia) en los comicios nacionales. Mientras que el resto de las capitales europeas -en mayor o menor medida- siguen la tendencia inversa. Uno de los casos donde más se aprecia este distanciamiento es en Francia, donde el Frente Nacional de Le Pen alcanzó el 21,3% de voto a nivel nacional, mientras que en París se quedó en un pobre 4,99%.
¿A qué se debe esta nueva excepción? Los expertos señalan dos singularidades, una vinculada a las características específicas del electorado al que se dirige Vox y otra a la idiosincrasia política de Madrid.
Por una parte, el partido de Santiago Abascal triunfa más en entornos urbanos porque se nutre de exvotantes del PP y no tiene líneas de seducción para los votantes desncantados que optaron por formaciones de izquierdas. Esto limita su transversalidad y acceso a entornos rurales, al contrario que sus colegas europeos. «Vox se parece más al Frente Nacional de Le Pen padre que al de Le Pen hija», explica Pablo Simón, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III.
Y la otra cuestión determinante es la mayor presencia de funcionarios civiles y militares en las grandes ciudades, especialmente en Madrid, así como de la clase media-alta. Así lo apunta Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano, quien considera que el sistema electoral español lleva a los votantes de provincias pequeñas “con mayor componente rural” a decantarse por los grandes partidos. Los resultados de Vox en las generales del 28 de abril apoyan esta tesis con mejores porcentajes en las grandes ciudades españolas, a excepción de Cataluña o País Vasco donde triunfan los llamados nacionalismos periféricos.
La derecha radical en las capitales:
Reino Unido-Londres
En 2016, el Reino Unido votó a favor del Brexit y con ello el Partido por la Independencia (UKIP) logró su objetivo principal. Nigel Farage, su líder más carismático, dejó la formación. Con su salida el UKIP se desinfló pasando a ser prácticamente testimonial en las generales de 2017. Sin embargo, atendiendo a los datos de las elecciones de 2015, la regla se cumple también en Londres.
Si en todo el territorio nacional el partido eurófobo logró en 2015 el 12,6% de las papeletas, en la capital el UKIP se hizo con el 8,1% (4,5 puntos menos). En aquella ocasión Farage, que está de vuelta con el exitoso Partido del Brexit, se quedó sin escaño en la Cámara de los Comunes por el particular sistema electoral británico.
Alemania-Berlín
En el caso alemán la regla se cumple de forma más ajustada. Mientras que Alternativa por Alemania logró el 12,6% a nivel nacional en 2017, en la capital la formación xenófoba se quedó en el 12% (0,6 puntos menos). Estos comicios marcan un antes y un después en la política alemana, ya que AfD se convirtió en la primera fuerza de extrema derecha que accedía al Bundestag desde la II Guerra Mundial.
Italia-Roma
La Liga de Salvini, tras arrasar en las europeas de mayo, se postula como favorita para ganar los próximos comicios nacionales, cuya fecha de convocatoria dependerá de la estabilidad del Gobierno de coalición compartido con el M5S. En 2018, el ultraderechista obtuvo el 17,35% del voto de los italianos, mientras que en Roma-foco de sus críticas cuando era un partido independentista- apenas se quedó en el 11,61%, (5,74 puntos menos). A estos datos hay que añadir los cosechados por Fratelli d’Italia, otro partido de ultraderecha italiano con fuerza en la capital.
Si en Italia este se quedó en el 4,35%, en Roma creció hasta el 8,9. La suma de ambos, sin embargo, fue inferior en la capital que en el país, con el 20,51% y el 21,7% nacional (1,9 puntos menos).
Francia-París
El partido de los Le Pen, rebautizado ahora por Marine como Agrupación Nacional,consiguieron imponentes resultados en los últimos comicios europeos, volviendo a quedar primeros en su país. En 2017, en las nacionales, hasta un 21,3% de franceses votaron por Le Pen, aunque acabó perdiendo contra Macron en la segunda vuelta.
Sin embargo, en París se hundió. El entonces Frente Nacional quedó relegado a la quinta fuerza, con apenas el 4,99% de los votos. La diferencia respecto a la media nacional es de 16,31 puntos.
Rumanía-Bucarest
En las elecciones de 2016, los resultados de los partidos ultraderechistas en Rumanía fueron residuales. Ningún partido alcanzó el 3% a nivel nacional.
Austria-Viena
Sebastian Kurz ha sido hasta hace unas semanas la flamante promesa del PP Europeo. El conservador logró formar una alianza con la ultraderecha del FPÖ para gobernar en coalición. Pero esta saltó por los aires recientemente.
En las legislativas de 2017, el FPÖ, el partido ultraderechista que hasta hace unas semanas compartía gobierno con el democristiano Sebastian Kurz, llegó hasta el 26% de los votos a nivel nacional. En Viena la historia fue distinta. Allí, el centroizquierda fue la fuerza más votada y la ultraderecha consiguió el 21,3% de las papeletas. La distancia entre la media nacional y la capital fue de 4,7 puntos.
Polonia-Varsovia
El ultraconservador Partido Ley y Justicia (PiS), socio de Vox en el nuevo Parlamento Europeo, ha hecho de su Ejecutivo nacional un reto constante a la Unión Europea, que llegó a aplicar una herramienta de castigo por las políticas antidemocráticas emprendidas por Varsovia.
En 2015, el PiS se llevó el 37,58% de los votos polacos, una holgada mayoría en el Sejm (Congreso de los Diputados). Si bien los ultraconservadores arrasaron a nivel nacional, no consiguieron hacerse con la capital. En Varsovia, pese a lograr un fuerte apoyo, no llegaron siquiera a ser primera fuerza en votos. Por 0,04 puntos, el PiS se quedó en segunda posición, con el 29,19%. La distancia país-capital fue de 8,39 puntos.
Hungría-Budapest
Si hay un paraíso para los ultraconservadores es la Hungría de Viktor Orbán. Allí, los partidos a la derecha del centroderecha tradicional se reparten desde 2018 el 68,33% de los votantes. Si bien casi uno de cada dos votos (49,27%) se lo lleva el ultraconservador Fidesz de Viktor Orbán, la neofascista Jobbik se hace con casi uno de cada cinco (19,06%).
Sin embargo, y pese a la fuerza de estas formaciones en todo el territorio, estos partidos pierden algo de fuelle en Budapest. El color naranja característico del Fidesz inunda el mapa de las circunscripciones húngaras, salvo tres. Pero en el caso de Budapest, la oposición se hace con la mayoría de distritos. En la capital, el partido de Orbán cuenta con el alcaldía tras obtener el 38,15% del voto. Con los votos del Jobbik (12,93%), la derecha radical suma el 51,08% (una diferencia de 17,25 puntos).
República Checa-Praga
La ultraderecha checa logró en las últimas legislativas de 2017 unos resultados similares a los de Vox en España. El xenófobo Partido por la Libertad y la Democracia Directa (SPD) de Tomio Okamura cautivó al 10,41% de los checos -cerca del ya conservador ODS-, aunque en la capital solo sedujo al 5,81%, 4,6 puntos menos.
Al menos por el momento, las capitales resisten a los variopintos movimientos ultraderechistas, pese a los importantes resultados en algunas de ellas. En Madrid, aunque sea la excepción que confirme la regla, Vox aún se encuentra lejos de tener la fuerza electoral de Orbán, Salvini o Le Pen.