La covid-19 podría incrementar el trabajo infantil
Las remesas de los trabajadores migrantes son indispensables para la economía de muchos países. No obstante, debido a la pandemia, estas experimentarán bajas de alrededor de 20% en 2020.
La covid-19 podría incrementar el trabajo infantil
Las remesas de los trabajadores migrantes son indispensables para la economía de muchos países. No obstante, debido a la pandemia, estas experimentarán bajas de alrededor de 20% en 2020.
Los migrantes económicos y los trabajadores migrantes han aportado 554 000 millones de dólares a sus países de origen. El Banco Mundial estima que esta cantidad disminuirá en un 20% este año a 445 000 millones de dólares. Los países afectados son Estados de ingreso bajo y medio, o mejor dicho, la mayoría de los países fuera de la eurozona, así como Norteamérica, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur. Los trabajadores migrantes de todo del mundo han enviado en total 714 000 millones de dólares a sus países natales, aunque el análisis del Banco Mundial solo estima los datos posibles para los países de ingreso bajo y medio. Por su parte, Hungría cayó en la misma categoría que los Balcanes, Europa del Este, Asia Central y la antigua Unión Soviética.
El Banco Mundial señala que los trabajadores migrantes se han visto especialmente afectados por la pandemia de la covid-19 así como por la crisis económica, el parón económico y las restricciones de viaje que esta trajo consigo. El que la mayoría de ellos sean trabajadores de primera línea en la pandemia, tales como personal sanitario y agricultores, agrava la situación. Ciertamente, estos empleados corren un riesgo de contagio, pero también han sido los primeros en perder su empleo, su salario y su seguridad social.
Algunos países dependen de los trabajadores migrantes.
En muchos países, las remesas de los trabajadores migrantes sirven de sustento para hogares pobres. Sin estas, la pobreza podría aumentar y el acceso a la seguridad social y a la educación de quienes se encuentran en su país natal podría verse afectado en lo que las familias usan sus recursos disponibles para suplir gastos de manutención inmediatos.
Se sabe que los flujos de remesas reducen el trabajo infantil, aunque este persiste penosamente en varios lugares.
Por ejemplo, en Madagascar, donde la cifra de niños no escolarizados es la quinta más elevada en el mundo (según los datos del Banco Mundial), un 47% de niños de entre 5 y 17 años son víctimas del trabajo infantil. La mayoría, un 87%, se ve obligada a trabajar en el sector agrícola. Un 4% (86 000 niños) trabaja en alguna de las numerosas minas de mica.
La disminución en los flujos de remesas ocasiona también otros impactos negativos. Los cierres y la perturbación del comercio internacional causarán un decrecimiento en las inversiones extranjeras directas. El Banco Mundial prevé una baja de 35% en la IED de los países sondeados. Esto presiona a los países implicados a buscar alternativas de apoyo externo, lo que puede conducir a un mayor endeudamiento.
David Malpass, el presidente del Grupo Banco Mundial declaró que «Las remesas son una fuente de ingresos vital para los países en desarrollo. La recesión económica actual ocasionada por la covid-19 está afectando gravemente la capacidad de enviar dinero a los hogares de origen y resalta la urgencia de reducir el tiempo de recuperación de las economías avanzadas». Asimismo, agregó que el Banco Mundial estaba implementando medidas inmediatas para mantener abiertas las vías de envío de remesas y así resguardar las comunidades más pobres.
Los gráficos anteriores muestran que los flujos de remesas sostienen una importancia vital en diversos países. Tonga posee el valor relativo más elevado, alcanzando un 37,6% (183 millones de dólares) el año pasado. En Europa, Montenegro es por mucho el país en mayor peligro, pues ahí las remesas equivalen al 25% del PIB. Las cifras para Ucrania (10,5%) y Albania (9,4%) también son significativas.
En el caso de Hungría, la cifra ha aumentado constantemente en las últimas décadas, pero «tan solo» equivalió a 1 800 millones de dólares en 2010. Su adhesión a la Unión Europea trajo consigo cambios visibles: 295 millones de dólares en 2003 se convirtieron en 1 700 millones en 2004. Los primeros datos de Hungría en el Banco Mundial datan de 1995: en ese entonces el país recibió 152 millones de dólares de húngaros que trabajaban en el extranjero.
Los gastos generales de las remesas también necesitan ganarse.
Los gastos indirectos incurridos a la hora de hacer las remesas no suelen tomarse en consideración. La mayoría de las transferencias de fondos no son electrónicas, sino que se realizan por medio de entidades comerciales que cobran comisión. Además de ser costosos, estos servicios prácticamente no han sido funcionales en los periodos de confinamiento.
El Banco Mundial estipula un objetivo de 3% para las comisiones por transferencia de fondos, pero eso está lejos de ser real. Por ejemplo, hay una empresa que impone un porcentaje de 15,4%. Algo lógico sería promover las transferencias bancarias tras el cierre de los negocios en las calles. Un obstáculo es que los migrantes que trabajan en el extranjero no suelen contar con tarjetas bancarias o herramientas que les permitan enviar dinero por este medio, o bien, que sus familias están pasando por dificultades similares.
Las comisiones pueden mantener los costes de transferencias en efectivo bastante elevados. África subsahariana cuenta con las transferencias de dinero más costosas, sabiendo que el coste medio por un envío de 200$ es de 9% (18$). Dos tercios de la totalidad de los trabajadores migrantes provienen de esta región.
Detrás de una caída de 20% en los flujos de remesas se esconden grandes variaciones regionales. Las cifras son de 27,5% en Europa y Asia Central, 23,1% en África subsahariana, 22,1% en Asia Meridional, 19,6% en el Medio Oriente y África Septentrional, y 19,3% en América Latina y el Caribe. La más baja le corresponde a Asia Oriental y el Pacífico, con un 13%.
En medio de una gran incertidumbre, el Banco Mundial prevé un aumento en las remesas en 2021. Después del año récord que fue 2019, el declive del presente año podría verse seguido de un aumento de 5,6%, llegando a los 470 millones de dólares. Cabe destacar que ya en otras situaciones de crisis, los trabajadores han mostrado una tendencia a enviar dinero a sus hogares. Sin embargo, en esta ocasión, la pandemia ha afectado a todos los países, convirtiendo así el declive de las remesas en un fenómeno global.
Predicciones regionales
Las remesas a Asia Oriental y la región del Pacífico aumentaron en 2,6%, llegando a 147 000 millones de dólares en 2019, aproximadamente 4,3 puntos porcentuales menos que la tasa de crecimiento de 2018. Se espera que, en 2020, estas disminuyan un 13% debido a la afluencia decreciente proveniente de Estados Unidos, la mayor fuente de remesas para la región. Algunos de los países pertenecientes a esta, como las islas del Pacífico, dependen fuertemente de las remesas. En 2021, se espera un aumento de 7,5% para la región.
Las remesas a países de Europa y Asia Central fueron significativas en 2019, con un crecimiento de 6%, llegando a los 65 000 millones de dólares. Ucrania se mantuvo como el mayor beneficiario de la región, con un récord de 16 000 millones de dólares. Ciertas economías más pequeñas de la región dependientes de remesas, como Kirguistán y Tayikistán, dependen de la economía rusa. En 2020, se estima que las remesas disminuirán en un 28% debido al efecto combinado de la pandemia de coronavirus y la baja en los precios del petróleo.
Los flujos de remesas en América Latina y el Caribe aumentaron en 7,4%, llegando a los 96 000 millones de dólares el año pasado, pero los cambios fueron dispares. Brasil, Guatemala y Honduras presenciaron aumentos superiores a un 12%, mientras que las remesas en Bolivia y Paraguay disminuyeron un 3,8% y 2,2% respectivamente. Según la media mundial, se estima que la disminución de 2020 alcanzará un 19,3%.
Para las remesas al Medio Oriente y África Septentrional, se ha proyectado una caída de 19,6%, llegando a los 47 000 millones de dólares en 2020, después de la baja de 2,6% en 2019. La disminución anticipada se puede atribuir parcialmente al impacto de los precios inferiores del petróleo. Esta región se beneficia significativamente de remesas provenientes de la eurozona. Se espera que el flujo se recupere en 2021, aunque a un paso lento de alrededor de 1,6%.
Después de un crecimiento de 6,1% en 2019, se prevé que las remesas a Asia Meridional disminuyan en un 22%, llegando a los 109 000 millones de dólares en 2020, una desaceleración causada esencialmente por la aparición del coronavirus. Los trabajadores en Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea mandan dinero a esta región.
En 2019, las remesas a África subsahariana registraron una pequeña baja de 0,5%, llegando a los 48 000 millones de dólares. Como consecuencia de la crisis de la covid-19, se espera que disminuyan en 23,1%, llegando a los 37 000 millones de dólares, antes de recuperarse con un 4% estimado para 2021. Los trabajadores originarios de la región residen en la Unión Europea, Estados Unidos, el Medio Oriente y China. Para empeorar el impacto de la pandemia, los países de África Oriental están lidiando con un severo problema de destrucción de cultivos causado por langostas que pone en peligro el suministro alimentario de la región.