Identificación biométrica y pasaportes sanitarios: ¿seguridad a costa de la autonomía personal?
Las identidades digitales y los pasaportes sanitarios se han presentado con gran entusiasmo como la única forma de regresar a la normalidad en medio de la pandemia de covid-19. No obstante estos abren una puerta hacia un sistema centralizado de vigilancia sin precedentes y el fin de la autonomía personal a través de la coerción. Aunque se estén promoviendo como algo opcional, aquellos que deciden rechazarlos son privados de las libertades más fundamentales.
Identificación biométrica y pasaportes sanitarios: ¿seguridad a costa de la autonomía personal?
Las identidades digitales y los pasaportes sanitarios se han presentado con gran entusiasmo como la única forma de regresar a la normalidad en medio de la pandemia de covid-19. No obstante estos abren una puerta hacia un sistema centralizado de vigilancia sin precedentes y el fin de la autonomía personal a través de la coerción. Aunque se estén promoviendo como algo opcional, aquellos que deciden rechazarlos son privados de las libertades más fundamentales.
Ya desde junio de 2019, las huellas dactilares y las imágenes faciales almacenadas en un chip se volvieron obligatorias para los documentos de identidad de la UE, sin embargo, ahora la biometría se está promoviendo como la única manera de regresar a la normalidad en estos tiempos de covid-19. Esto concierne a cuestiones como los pagos, el ingreso a espacios públicos y a lugares de trabajo, y los viajes – las cuales se vinculan para crear un sistema de identidad más invasivo y centralizado.
Si bien los gobiernos y las compañías alegan que la biometría será opcional, están amenazando a quienes la rechazan con negarles las libertades más fundamentales, lo que se traduce en una coerción directa a favor de un sistema que supone una grave amenaza para la privacidad y la autonomía personal.
La UE invierte grandes sumas de dinero en la biometría
El programa de la UE Horizonte 2020 ha impulsado a la industria de la biometría desde mucho antes del coronavirus, sobre todo en lo que concierne al equipo de seguridad para las agencias de policía y de control de fronteras, con un financiamiento de 1700 millones de euros entre 2014 y 2020 que incluye una amplia gama de tecnologías de vigilancia como el reconocimiento facial y de iris. A esto se le sumarán 1300 millones de euros para los próximos siete años.
Las cifras recopiladas por The Guardian muestran que, desde 2007, Horizonte 2020 ha desembolsado 1150 millones de euros a compañías privadas, lo que equivale a un 42 % del fondo total de 2700 millones de euros del programa de investigación en materia de seguridad. También ha sido el socio líder en casi la mitad de los 714 proyectos financiados.
Uno de sus beneficiarios es Idemia, una compañía tecnológica francesa que entre 2017 y 2019 recibió un total de 2,91 millones de euros de Horizonte 2020. Idemia obtuvo hace poco un contrato para la entrega de un nuevo sistema de correspondencia biométrica compartido que para 2022 integrará una base de datos de más de 400 millones de nacionales de terceros países con una verificación de huellas digitales y reconocimiento facial para salir del espacio Schengen y para entrar a este.
Los signos de este cambio creciente se vuelven más evidentes a medida que numerosos países europeos se orientan hacia innovaciones biométricas que luego podrían integrarse a una identificación central. En diciembre, la empresa lituana de verificación de identidad iDenfy concluyó dos acuerdos de asociación que introducen la verificación biométrica a la industria de entrega de paquetes y a una plataforma de participación democrática. En ese mismo mes, el proveedor croata de identidad digital Identyum anunció que había alcanzado el hito de 10 000 usuarios en el país. PayByFace, que, como su nombre lo indica, permite “pagar con la cara”, está expandiendo su oferta biométrica a más de 65 ubicaciones de tiendas asociadas en Rumanía, y el challenger bank [banco retador] sueco Rocker seleccionó la tarjeta de pago biométrico de Idemia F.CODE, que se pondrá a prueba en el primer trimestre de 2021.
Alianza público-privada
El Libro Blanco del Foro Económico Mundial publicado en enero de 2020 y centrado en el replanteamiento de la identidad digital enalteció la necesidad de una colaboración público-privada y de una cooperación de diversas industrias en lo referente a dicha identidad, incluyendo servicios financieros, de sanidad y de viajes.
Mastercard y Microsoft unieron fuerzas en 2018 para trabajar en un sistema global de identidad digital, que incluye el acceso a servicios financieros, sociales y de salud de varios gobiernos. En enero de 2020, Francia, un ejemplo emblemático de la asociación público-privada en materia de identidades digitales, se convirtió en el primer país europeo en entablar una alianza de cuatro años para la economía digital con Mastercard.
Se basa en varios pilares estratégicos que corresponden a las políticas públicas estratégicas del gobierno francés en materia de digitalización y crecimiento económico, a saber, para el turismo, la tecnología financiera, la inteligencia artificial (IA), la identidad digital, la ciberseguridad y el futuro laboral. Macedonia del Norte también concluyó un acuerdo similar con Mastercard.
Más allá de un sencillo proceso de identificación más simplificado, existe una preocupación creciente respecto a los pasos visibles hacia estas identidades que condensan los aspectos más cruciales de la vida de los ciudadanos, algo que eventualmente podría determinar su acceso a diversos servicios e instalaciones. Compañías como Mastercard y Microsoft, entre otras, ya están haciendo esto mismo en otras partes del mundo.
Ya Mastercard comenzó a realizar pruebas en África Occidental (como parte de una asociación con Gavi the Vaccine Alliance y Trust Stamp, una empresa de “autenticación de identidad” basada en la IA) que condensarán en una sola plataforma un sistema biométrico de identidad digital, registros de vacunas y un sistema de pago biométrico.
Esta iniciativa lanzada en 2018 ha recibido 3,8 millones de dólares por parte de donantes de la Gavi y asimismo una donación comparable del mismo importe por parte de la fundación del cofundador de Microsoft, Bill Gates. A inicios de junio de 2020, la Gavi informó que el Wellness Pass del programa de Mastercard se adaptaría para hacer frente a la covid-19, un cambio que incluiría la “verificación de vacunas”.
Mastercard también es la compañía que desarrolló la solución de pago para las transacciones en Aadhaar, el sistema nacional de identificación biométrica en la India, mediante el uso de identificadores únicos (UID) con autenticación biométrica, que requiere de huellas dactilares y un reconocimiento de iris.
Aadhaar se lanzó en 2009 con el objetivo de proveer servicios sociales de manera eficiente, pero ha dividido al país debido a que ahora cubre prácticamente cada faceta de la vida diaria. Pese a presentarse como opcional, se puede calificar como obligatorio, ya que quienes se niegan a utilizarlo se ven privados de servicios básicos. Hoy en día, alrededor de 1220 millones de indios (aproximadamente un 90 % de la población) están inscritos en Aadhaar.
La UE y los pasaportes sanitarios
Previo al brote del virus, la Comisión Europea había trazado una “hoja de ruta de vacunación” vinculada con un pasaporte sanitario digital actualizada por última vez en el verano de 2019.
Detalla un plan para el periodo 2018 – 2022 que “examina la factibilidad de crear una tarjeta o pasaporte de vacunación común para los ciudadanos de la UE” y “desarrolla una guía de la UE para establecer sistemas informativos comprensivos de vacunación electrónica”.
Uno de los objetivos listados es “superar las barreras legales y técnicas que amenazan la interoperabilidad de los sistemas informativos de inmunización nacionales” y menciona la necesidad de fortalecer las alianzas con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Grupo de Expertos de Asesoramiento Estratégico sobre Inmunización (SAGE) y la Gavi, entre otros, y seguir apoyando los proyectos de investigación e innovación mediante Horizonte 2020.
Al inicio de la pandemia, la idea de que aspectos como el acceso a los cines y restaurantes o la posibilidad de viajar en avión fuesen a estar condicionados a una vacuna que debiese verificarse mediante una aplicación se consideraba como una teoría conspirativa, no obstante, tales pasaportes sanitarios ahora se encuentran en proceso de implementación y son aclamados como la única manera de volver a la normalidad.
La ONU ya lanzó una billetera digital para empleados que contiene datos financieros, de viaje y sobre las pensiones, así como un historial de alergias y vacunas. A su vez, el Parlamento Europeo está probando un sistema biométrico de tiempo y asistencia en su sede de Bruselas.
En diciembre, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) anunció su Travel Pass, una aplicación mediante la cual, para poder viajar, los pasajeros deberán demostrar haberse hecho la prueba del coronavirus o estar vacunados. Accenture, Microsoft, Mastercard, Idemia, IBM y Google son socios estratégicos de la IATA.
Del mismo modo, The Common Trust Network – una alianza entre aerolíneas, el Foro Económico Mundial y la fundación sin ánimo de lucro The Commons Project – introdujo recientemente la aplicación CommonPass, que permitirá a los usuarios subir datos médicos como los resultados de su prueba de covid-19 o una prueba de su vacunación. En octubre de 2020, Estonia y la agencia sanitaria de las Naciones Unidas iniciaron un proyecto piloto para un certificado de vacunación digital.
En Reino Unido, Nadhim Zahawi, el ministro recién nombrado a cargo de la implementación de la vacuna contra la covid-19, ensalzó la idea de los pasaportes de inmunidad digitales para entrar a bares, restaurantes, cines, instalaciones deportivas e incluso a los lugares de trabajo, antes de retractarse.
Otras naciones de la UE han enaltecido los pasaportes de vacunación en los últimos meses. Grecia ha llamado a la Comisión Europea a introducir un certificado de vacunación contra el coronavirus para los viajes intracomunitarios, una iniciativa aplaudida por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y descrita por esta como un “requisito médico”. Polonia entregará pasaportes de vacunación a sus ciudadanos cuando reciban la segunda dosis, Bélgica declaró estar a favor de un certificado de vacunación tanto a nivel europeo como mundial, y Dinamarca en cambio está desarrollando su propio documento.
Por su parte, España está dando un paso más lejos, ya que el ministro de Sanidad Salvador Illa sostuvo que todo aquel que se negase a vacunarse sería incluido en una lista a la que tendrían acceso otros países de la UE.
El primer ministro francés Jean Castex recientemente presentó un proyecto de ley para establecer un sistema a largo plazo de gestión de emergencias sanitarias para responder a situaciones excepcionales como la covid-19 que incluye un pasaporte de vacunación. Esto venía en el reverso de la propuesta del partido UDI para un “pasaporte verde”. Jean-Christophe Lagarde, líder del partido, defendió esta idea argumentando que “aquellos que están vacunados tienen derecho a una vida normal”.
Estas preocupantes palabras solo confirman lo que muchos temían desde hace tiempo: que muchos de quienes están al poder esperan implementar la identificación digital junto con la vacunación, si no a la fuerza, entonces mediante coerción. Esto amenaza con excluir a quienes desconfían de manera razonable de las grandes amenazas presentes en un ecosistema digital que se encuentra a la merced de entidades privadas que parecen estar por encima de la ley. Sin embargo, se están empleando etiquetas como “antivacunas” y “negacionistas” para menospreciar un debate racional que va más allá de las cuestiones de salud.
Tales sistemas, que han estado recibiendo miles de millones en financiamiento desde mucho antes de la pandemia, no parecen ser temporales ni centrarse específicamente en combatir el virus, no obstante, los debates sensatos y la preocupación pública al respecto se han estado dejando de lado para facilitar la agilización de herramientas sumamente controvertidas que pasan por alto amenazas sin precedentes a la privacidad y a la libertad personal.