Envases plásticos: Europa se enfrenta a los desechos
El endurecimiento de las normas ocasionará una baja en las tasas de reciclaje de envases plásticos declaradas por los Estados miembros. Si la Unión Europea no refuerza sus capacidades industriales, no alcanzará su objetivo del 50 % en cinco años.
Envases plásticos: Europa se enfrenta a los desechos
El endurecimiento de las normas ocasionará una baja en las tasas de reciclaje de envases plásticos declaradas por los Estados miembros. Si la Unión Europea no refuerza sus capacidades industriales, no alcanzará su objetivo del 50 % en cinco años.
Según advierte un informe del Tribunal de Cuentas Europeo (TCE), la Unión Europea debe hacer frente a un problema creciente ligado a la gestión de sus residuos plásticos, comenzando con su componente principal, los envases. Su producción no deja de crecer, y el año pasado alcanzaba aproximadamente 18 millones de toneladas. Los envases representan un poco más de un 60 % de la producción total de desechos plásticos en Europa. Si bien el plástico toma años en degradarse, un 40 % de la producción de plástico de la UE está destinada a fabricar envases desechables.
Sin embargo, a partir del 1 de enero, la administración de residuos se complicará significativamente para los operadores europeos, ya que ese día entrará en vigor una enmienda al Convenio de Basilea sobre la exportación de desechos peligrosos adoptada en mayo de 2019. Hasta ahora, la mayoría de los plásticos formaban parte de la “Lista Verde”, de residuos no peligrosos. De ahora en adelante, la Lista Verde solo incluirá materiales reciclables no contaminados, previamente separados, libres de cualquier material no reciclable y que hayan sido preparados para ser reciclados de inmediato sin perjudicar el medioambiente.
Esto dificultará aún más las exportaciones hacia Asia de plástico destinado a reciclarse, exportaciones que ya prácticamente se habían reducido a la mitad desde 2016, cuando China comenzó a cerrar su mercado, lo cual es ahora una realidad. Esta gran potencia quiere dejar de ser “el basurero del mundo” y por ende endureció las normas de calidad de los materiales que importa para fines de reciclaje. Esta es también una manera de regular los flujos y dedicarse más al tratamiento de sus propios residuos plásticos. Como resultado, las exportaciones europeas se orientaron hacia países menos convencionales, principalmente Malasia y Turquía. Pero con la puesta en vigor de la enmienda al Convenio de Basilea en enero de 2021, estas opciones podrían limitarse.
La pérdida del mercado chino entre 2017 y 2018, y la probable restricción a partir de 2021 con el bien recibido endurecimiento del Convenio de Basilea reducen las posibilidades de la UE de alcanzar sus nuevos objetivos. En 2018, esta revisó su directiva relativa a los envases y residuos de envases y ahora intenta llegar a una tasa de reciclaje de envases plásticos de 50 % en 2025 y de 55 % en 2030. El objetivo anterior, de 22,5 % en 2008, se superó con creces. Actualmente, toda Europa presenta una tasa de reciclaje de residuos de envases plásticos equivalente a un 41 %.
Pero este incremento, que en realidad presenta una cifra bastante insignificante en comparación con la tasa de otros materiales (el reciclaje del vidrio alcanza un 73 %; el de los envases metálicos, un 76 %; el del papel y el cartón, un 83 %), se dio mayormente gracias a las exportaciones. El Tribunal de Cuentas Europeo declaró que “La exportación de residuos de envases plásticos fuera de la UE contribuyó en un tercio a la tasa de reciclaje declarada para la totalidad de la Unión Europea en 2017”. De hecho, mientras que la cifra total de exportaciones está disminuyendo, la proporción de residuos de envases en estas exportaciones está aumentando: entre 2012 y 2013 representaba la mitad, y en 2017 llegó a los tres cuartos.
De esta manera, pese a que actualmente las exportaciones están más limitadas que nunca, estas contribuyen significativamente en el cumplimiento de objetivos que además se han revisado al alza. A este problema se le suma otro más: la falta de control de estas exportaciones, tanto en su salida del país como en la llegada a su destino. Según el reglamento europeo, una vez en el país de destino, los residuos exportados para reciclaje deben ser tratados bajo los mismos criterios ambientales que en Europa. En la práctica, esta regla está lejos de recibir una supervisión estricta. Los desechos perfectamente pueden terminar en la naturaleza y luego en los océanos tras caer en manos de organizaciones mafiosas que cobran por un tratamiento ficticio.
Por definición, las administraciones de los Estados europeos no tienen ningún poder de control en países terceros. Por su parte, pese a estar sujetos a la “Responsabilidad Ampliada del Productor” (RAP), los fabricantes europeos rara vez llevan a cabo verificaciones para saber qué ocurrió con sus residuos en el país de destino. “Por ende, las garantías relativas al reciclaje fuera de la Unión Europea carecen de solidez y el riesgo de actividades ilegales es elevado”, escribe el Tribunal de Cuentas, según el cual “la eliminación ilegal de residuos constituye uno de los mercados ilícitos más rentables del mundo junto con la trata de personas, el tráfico de drogas y el comercio ilícito de armas de fuego; esto debido al bajo riesgo de procesamiento y al bajo importe de las multas”. El proyecto de investigación europeo BlockWaste , citado nuevamente por el Tribunal de Cuentas, estimó en 2017 que un 13 % del mercado de residuos no peligrosos se esfumaba en redes ilícitas. En cuanto a los residuos peligrosos, la tasa supera el 33 %.
La cuestión de las exportaciones no es el único obstáculo para cumplir con los nuevos objetivos europeos de reciclaje, que además son legalmente vinculantes. La revisión de 2018 de la directiva de envases también impuso a los Estados miembros normas contables más estrictas y armonizadas empezando desde 2020. Hasta ahora, cada país presentaba un margen significativo, por lo que había diferencias marcadas entre los métodos de cálculo. Por ejemplo, las cantidades de plástico declaradas como recicladas pueden precisarse en diferentes etapas del proceso de recolección, separación y reciclaje. Además, el Tribunal de Cuentas recalca que la calidad de los procedimientos de verificación es bastante irregular y que nadie se arriesga a brindar información inexacta. En pocas palabras, las estadísticas europeas actuales deben tomarse con cautela.
Las nuevas normas contables, que entran en vigor este año, deberían dar una imagen más acorde a la realidad que se pueda reflejar en las estadísticas de 2022. Pero los profesionales ya calcularon que estas reglas causarán una baja drástica de las tasas de reciclaje en los Estados miembros. A nivel europeo, la tasa actual de 41 % podría disminuir… un 30 %, ocasionando así un retroceso de diez años para Europa.
Entre los informes más rigurosos y las restricciones para las exportaciones, el camino para alcanzar el objetivo del 50 % en cinco años será tortuoso, sobre todo para los países que llevan retraso. Por consiguiente, es imperativo que la UE aumente en su territorio sus capacidades de tratamiento actualmente insuficientes tanto mediante sus esfuerzos nacionales como mediante un aumento de la solidaridad entre los Estados miembros en este ámbito. Sin estas inversiones, el tráfico ilegal se verá beneficiado. El informe del Tribunal de Cuentas advierte con claridad sobre el riesgo creciente de eliminaciones de residuos fraudulentas en el contexto actual.
Sin embargo, los magistrados europeos recuerdan que el incremento de la tasa de reciclaje no se limita a las inversiones en las redes de recolección ni a las unidades de tratamiento. También se debe intervenir en ambos extremos del proceso. Por un lado, es crucial garantizar diversas salidas para los materiales reciclados. Hoy en día, la capacidad de producción de plástico supera con creces su capacidad de incorporación. El Tribunal de Cuentas indica que la cantidad de plástico reciclado utilizado cada año en la UE alcanza los 4 millones de toneladas. En el contexto de la “Alianza Circular sobre los Plásticos”, la Comisión busca llegar a los 10 millones de toneladas en 2025, aproximadamente el nivel actual de reciclaje. Según Plastic Europe, el sindicato de profesionales, en 2018 se recolectaron 29,1 millones de toneladas de desechos plásticos (de todo tipo): un 32 % para reciclaje, un 43 % para la valorización energética (incineración) y un 25 % para vertederos.
Por otro lado, será necesario mejorar la reciclabilidad de los envases plásticos. El Tribunal destaca a este respecto las fallas del mecanismo de la RAP. Con este sistema, los productores de estos envases pagan una cuota por el tratamiento de sus productos cuando llegan al final de su ciclo de vida, siguiendo el principio de “quien contamina paga”, que termina viéndose reflejado en el precio que pagará el consumidor. No obstante, en su estado actual, la RAP no favorece necesariamente las mejores prácticas. Muy a menudo el importe de la cuota pagada por los fabricantes se calcula según el peso, lo que los incita a aligerar los envases para reducir los costes. De esta manera, el peso medio de una botella de tereftalato de polietileno (PET) de medio litro pasó de 24 gramos en 1990 a 9,5 gramos en 2013. Pero, según indica el Tribunal, esta práctica implicó modificaciones en las botellas, con una estructura multicapas y el uso de varios materiales plásticos diferentes, lo que las hizo difíciles de reciclar.
Ciertos Estados, como Países Bajos, ponen en práctica una adaptación de la cuota según la reciclabilidad del material, pero estas no son más que iniciativas aisladas. La revisión de la directiva de envases de 2018 prevé una adaptación ecológica de las cuotas que debe entrar en vigor en todos los Estados miembros. Habrá que ver qué efectos tendrá esta iniciativa de armonización al alza.
No obstante, los progresos necesarios que deben realizarse en el ámbito del reciclaje de envases plásticos no deben dejar de lado la urgencia de reducir su uso y su producción. Los europeos poseen más méritos en este aspecto que los americanos, con 32 kg anuales de residuos de envases plásticos por persona, en oposición a los 45 kg generados al otro lado del charco. Aun así, su huella ecológica es seis veces mayor que la de la India (5 kg anuales por persona). Ahora bien, pese a los progresos del reciclaje de envases, que pasó de 5,5 millones de toneladas en 2013 a 7 millones en 2017, la producción de residuos destinados a la incineración o a los vertederos no ha disminuido, sino que se ha mantenido estable, con alrededor de 9,5 millones de toneladas anuales. Lejos de reducir su consumo de envases plásticos, los europeos continúan utilizándolos cada vez más.