Drones en Europa: el camino oculto hacia el Fondo Europeo de Defensa
La dependencia de la UE del sector privado para dirigir desarrollos tecnológicos en el ámbito de la defensa tiene sus raíces en casi 15 años de investigaciones sobre drones realizadas en el marco de sus programas líderes de I+D.
Drones en Europa: el camino oculto hacia el Fondo Europeo de Defensa
La dependencia de la UE del sector privado para dirigir desarrollos tecnológicos en el ámbito de la defensa tiene sus raíces en casi 15 años de investigaciones sobre drones realizadas en el marco de sus programas líderes de I+D.
En todos lados, tanto en los medios de comunicación como en la escena política, se habla de las estrategias de defensa europea. Sorprendentemente, el tema también avivó el último debate de los principales candidatos a las elecciones en Fiesole, el 3 de mayo. Todo este revuelo se debe sobre todo a la creación del Fondo Europeo de Defensa o EDF (por sus siglas en inglés) *, un programa de 13 000 millones de euros que se ejecutará entre 2021 y 2027 y cuyo fin es reforzar la cooperación, las inversiones conjuntas y la innovación tecnológica en defensa y seguridad. Además, en el periodo previo al establecimiento del EDF, la Comisión Europea elaboró una Acción Preparatoria en Investigación y Defensa o PADR (por sus siglas en inglés) para 2017-2019 y un Programa de Desarrollo Industrial en materia de Defensa o EDIDP (por sus siglas en inglés) para 2019-2020. En pocas palabras, han pasado muchas cosas en este ámbito.
Hacia el EDF con un dron
En junio de 2018, cuando el EDF empezaba a tomar forma, Federica Mogherini , Alta Representante de Política Exterior y Seguridad y vicepresidenta de la Comisión, celebró los pasos dados por la UE “en los últimos años” en materia de seguridad y defensa. Mogherini afirmó que estas iniciativas “parecían algo impensable antes”. “Ahora podemos apoyar la investigación y la cooperación para desarrollar capacidades de defensa”. Sin embargo, sería engañoso presentar las últimas iniciativas de I+D de la UE para estimular las capacidades de defensa como algo inesperado. De hecho, la Comisión Europea lleva apoyando la investigación para desarrollar capacidades de defensa desde 2006. La cuestión es que todo se había ocultado debajo de la alfombra o, si lo prefieren, debajo de un dron.
¿Seguridad oculta?
Entre 1998 y 2018, la UE contribuyó con alrededor de 425 millones de euros en investigaciones sobre drones, en el contexto de sus programas marco o FP (por sus siglas en inglés) plurianuales de investigación y desarrollo tecnológico, cofinanciando proyectos por un valor total de 644 millones de euros**. La figura 1 muestra la evolución de la financiación que se ha dedicado a investigación sobre drones en los distintos FP. Además, el gráfico representa el valor total de los proyectos a los que se ha contribuido.
Obviamente, los proyectos de investigación relacionados con drones pueden centrarse en varios ámbitos de políticas, desde agricultura hasta sanidad, desde medio ambiente hasta transporte. Entonces, ¿por qué tiene esto tanta importancia? Sin duda, una de las principales aplicaciones sigue siendo la posibilidad de utilizarlos en el contexto de la seguridad y la defensa, a pesar de que dichas aplicaciones no estaban previstas específicamente en este programa de financiación.
La figura 2 vuelve a reflejar el incremento repentino en la cantidad total de la financiación de la UE destinada a investigación sobre drones que se ha producido desde 2006. Pero, más que eso, el gráfico de barras apilado nos da una pista de la creciente variedad de proyectos de investigación sobre drones que se han llevado a cabo en los últimos años: si bien en el FP5, los proyectos se clasificaban en dos categorías amplias (“crecimiento” y “tecnologías de la sociedad de la información”), en Horizon2020, 10 tipologías distintas de proyectos recibieron una financiación considerable (más de 5 millones de euros).
La información clave con la que debemos quedarnos del gráfico es que los proyectos relacionados con el tema de “seguridad” (renombrado como “sociedades seguras” en Horizon2020) presentan la mayor “tasa de absorción”. En otras palabras, con los dos últimos FP, concretamente FP7 (2006-2013) y Horizon2020 (2014-2020), la UE ha dirigido una mayoría relativa de los recursos a la investigación sobre drones en el ámbito de la seguridad.
Investigaciones de doble uso
Sin embargo, lo curioso es que, desde un punto de vista técnico, no está permitido que la UE financie investigaciones sobre defensa con sus programas marco. En realidad, ese es el motivo por el que se crearon los programas PADR, EDIDP y EDF. De lo contrario, ¿cómo deberíamos interpretar entonces el anuncio triunfalista de la comisaria Elżbieta Bieńkowska’ sobre la “novedad” del EDF?: “Para que Europa proteja a sus ciudadanos, necesitamos tecnologías y equipos de defensa en sectores como las tecnologías de drones con IA y sistemas de comunicación por satélite. Gracias a las inversiones que estamos planificando hoy, pasamos de la fase de las ideas a la práctica y reforzamos nuestra competitividad en el sector de la defensa”. Pero, entonces, ¿cómo se han podido estimular inversiones masivas en el sector mucho antes de este reciente cambio?
¿De quién son los drones?
Según Bruno Oliveira Martins, investigador jefe y coordinador del grupo de investigación de seguridad en el Instituto de Investigación sobre la paz en Oslo (PRIO): “La justificación de la investigación sobre drones no se ha basado necesariamente en fomentar la defensa. En lugar de ello, el argumento era más bien que, al desarrollar una serie de tecnologías, era posible ampliar los conocimientos generales en este ámbito en toda Europa. Siempre ha existido la creencia de que la investigación relacionada con los drones desembocaría en nuevos productos comerciales para la economía civil y que, de ese modo, beneficiaría a la economía en general”. Oliveira Martins hace referencia a una “creencia”. Pero, en realidad, expone una práctica oculta. En otras palabras, la forma oficial de sortear esta situación parece ser la definición de ‘tecnología de doble uso’, es decir, conocimientos que pueden usarse tanto para fines civiles como militares. Sin embargo, si hubiera un plan secreto, no podría ser más débil: “Al final, los conocimientos desarrollados en proyectos destinados a aplicaciones de doble uso acabarán en la producción de armas”, explica Oliveira Martins.
La debilidad del argumento de la “tecnología de doble uso” parece aún más evidente si observamos las empresas que han estado realizando hasta ahora investigaciones sobre drones con los programas marco FP7 y Horizon2020. En el contexto de los FP, los proyectos de investigación sobre drones los han llevado a cabo habitualmente consorcios transfronterizos públicos-privados, que pueden incluir a universidades, autoridades públicas, como fuerzas armadas nacionales, por ejemplo, pero también empresas de defensa. Normalmente, cada proyecto posee un coordinador exclusivo.
Al centrarnos concretamente en los proyectos de investigación sobre drones en las categorías de ‘seguridad’ y ‘sociedades seguras’ en los programas FP7 y Horizon2020, la figura 3 muestra en cuántos proyectos han participado empresas de defensa. Resulta significativo que, en el programa FP7, todos los proyectos de investigación tenían al menos un socio del sector de la defensa, como Israel Aerospace Industries (el principal fabricante aeroespacial y de aviación del país que produce, entre otras cosas, sistemas aéreos de uso tanto militar como civil) o Airbus D&S , que se define a sí mismo como “un líder global en el sector de la defensa, el mayor proveedor de defensa en Europa y entre las 10 principales empresas de defensa del mundo”. Además, la mayoría de estas empresas desempeñó también una función de coordinación. En total, y teniendo solo en cuenta los proyectos relativos a la seguridad, más de 17 millones de euros acabaron directamente en los bolsillos de estas empresas.
En una pregunta parlamentaria que se remonta a 2015, Alyn Smith (Los Verdes/EFA) y Barbara Lochbihler (Los Verdes/EFA), insinuaron que “a pesar de las normas que prohíben las subvenciones de investigación de la UE para financiar proyectos militares en el contexto del programa Horizon 2020 o del Séptimo Programa Marco, el ‘uso doble’ (civil y militar) de las tecnologías de los drones permite a las empresas de defensa beneficiarse de las subvenciones de la UE”. En 2016, en su respuesta a la pregunta en nombre de la CE, el comisario Avramopoulos escribió que “las actividades de investigación e innovación desarrolladas bajo el H2020 se centrarán exclusivamente en aplicaciones civiles. La investigación motivada por aplicaciones militares se excluye de la financiación del programa H2020”.
Lobby y más allá
En vista de los datos y las cifras destacadas anteriormente, no podemos sino asombrarnos con la afirmación de Avramopoulos. Según Andrej Konstantin Hunko, diputado alemán y miembro de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, (Die Linke), “la investigación sobre drones militares es una tumba de miles de millones de dólares a la que va a parar el dinero de los contribuyentes y cuyo único fin es subvencionar la industria armamentística. Empresas como Airbus y Leonardo reciben cientos de millones de euros para desarrollar productos que pueden comercializar ellas mismas”. Pero, en definitiva, ¿por qué tendría la UE interés en subvencionar el sector privado de la defensa?
Por supuesto, podría tratarse de un juego de lobby. De hecho, en 2017, el Observatorio Corporativo Europeo o CEO (por sus siglas en inglés) expuso estas dinámicas, tras el informe de Vredesactie Securying profits: how the arms’ lobby is hijacking Europe’s defence policy (Asegurando beneficios: cómo el lobby armamentístico se está apropiando de la política europea de defensa). Pero estos informes se centran sobre todo en el reciente recorrido hasta el EDF y el Grupo de Personalidades o GOP (por sus siglas en inglés) que definen las estrategias futuras de defensa de la UE. Por consiguiente, desde una perspectiva histórica, la pregunta sigue siendo por qué la UE invirtió de repente en investigación sobre drones en 2006. Según Oliveira Martins, tenemos que analizar la situación desde una perspectiva más amplia. A comienzos de los 2000, los ataques del 11 de septiembre cambiaron las prioridades políticas en general: “De hecho, surgió el discurso de que la UE era tanto objetivo del terrorismo internacional como del terrorismo interno. A esto se sumó la idea de que existía una necesidad urgente de ponerse al día con la vanguardia tecnológica”. Podría decirse que esta es la razón por la que se impulsaron las inversiones encubiertas y de que el discurso del doble uso sirviera de justificación. Detrás de esta historia también podría haber motivos culturales y políticos. Pero, de forma voluntaria o no, estas ‘prácticas ocultas’ canalizadas a través de la financiación de la UE y cuyo objetivo era la investigación sobre drones, deberían considerarse las primeras bases de lo que ahora se define públicamente como la nueva era del gobierno de la defensa europea.
*los datos utilizados en este artículo proceden del artículo académico de Bruno Oliveira Martins y Christian Küsters , “Hidden Security: EU Public Research Funds and the Development of European Drones ” (Seguridad oculta: fondos de investigación pública de la UE y desarrollo de los drones europeos), publicado en el Journal of Common Market Studies en agosto 2018. Los autores han tenido la amabilidad de compartir la base de datos de su artículo con EDJNet.
**los datos que hacen referencia a los fondos de la UE destinados a la financiación de investigación sobre drones y, en concreto, los fondos de Horizon2020, eran los actualizados a día 1 de enero de 2018. Por ello, la magnitud de las inversiones en investigación sobre drones podría ser superior a la indicada en este artículo.