Cómo Facebook y Google pueden influir en los procesos electorales y por qué la transparencia es esencial
A lo largo de los años, las grandes empresas digitales, las «Big Tech», se han transformado de simples plataformas a importantes actores internacionales con motivaciones económicas y políticas y con muchos contactos. Es importante empezar a abordar la influencia que estas empresas tienen en las elecciones de los países europeos.
Cómo Facebook y Google pueden influir en los procesos electorales y por qué la transparencia es esencial
A lo largo de los años, las grandes empresas digitales, las «Big Tech», se han transformado de simples plataformas a importantes actores internacionales con motivaciones económicas y políticas y con muchos contactos. Es importante empezar a abordar la influencia que estas empresas tienen en las elecciones de los países europeos.
La Comisión Europea presentó la Ley de servicios digitales el 15 de diciembre. Además de otras modificaciones en el mercado online, impondrá más transparencia sobre los algoritmos en detrimento de la actual opacidad de la que gozan hoy en día.
Esta ley establece que las autoridades nacionales de supervisión deben tener acceso a la documentación de los sistemas operativos y a los datos de los algoritmos de las empresas que supervisan. Además, considera que estos algoritmos deben presentarse a los ciudadanos de forma «concisa, transparente, inteligible y fácilmente accesible, utilizando un lenguaje claro y sencillo”.
Esta transparencia debería concernir a los algoritmos de las plataformas digitales, las «Big Tech», ya que controlan los mensajes que reciben los usuarios en la víspera de las elecciones o durante la campaña electoral, y pueden influir en su decisión. Estos mensajes pueden tener importantes consecuencias en los procesos democráticos. Durante los últimos años, en Estados Unidos, el papel de las «Big Tech» ha sido analizado con lupa porque estas empresas tienen gran influencia en la opinión pública. Estas mismas empresas tienen ahora un poder similar sobre las elecciones en los países europeos y actúan de una forma muy poco transparente.
Lejos de ser las plataformas libres y abiertas que eran en su origen, las «Big Tech» y las redes sociales han amasado una cantidad de poder sin precedentes que instrumentalizan política y económicamente, influenciando a los usuarios a través de modificaciones de los algoritmos, censura implícita y con llamadas concretas a la acción.
Llamadas a la acción
Facebook llevó a cabo unos de los mayores experimentos sociales de la historia el día de las elecciones del Congreso de Estados Unidos en 2010 mandando recordatorios para ir a votar a 61 millones de usuarios, un cuarto de la población.
Los resultados del experimento se publicaron en 2012 en un informe titulado «Un experimento con 61 millones de sujetos sobre la influencia social y la movilización política », que reveló que las llamadas «chapas de voto» ayudaron a crear 340 000 nuevos votantes. Un 20 % de los usuarios que vieron que sus amigos habían pulsado el botón de «He votado» también lo pulsaron, a diferencia del 18 % de los que no vieron esta notificación.
El estudio muestra que estos resultados corresponden a un 0,14 % del total de personas que podían votar en 2010. Teniendo en cuenta que la participación aumentó de un 37,2 % en 2006 a un 37,8 % en 2010 (siendo ambos años de elecciones no presidenciales), Facebook afirma que «es posible que el aumento en participación de más de un 0,6 % entre 2006 y 2010 fuese la consecuencia de una simple notificación de Facebook».
La notificación de voto aparece encima del tablón días antes de las votaciones con frases como «¡Es el día del referéndum!» o «¡Hoy son las elecciones!», con la opción de compartir si has votado. Sin embargo, Facebook no publica cuánta gente lo recibe ni con qué criterio se seleccionan.
En Europa, Facebook lo utilizó por primera vez durante el referéndum por la independencia de Escocia en 2014. Más tarde, se utilizó en 2015 durante el referéndum irlandés y las elecciones de Reino Unido; y también durante el referéndum del Brexit de 2016, las elecciones parlamentarias de Islandia en 2017 y las elecciones federales alemanas de 2017.
Esto es básicamente injerencia externa sin prácticamente ninguna transparencia y sin ninguna explicación sobre sus intenciones. Se podría decir que Facebook quiere fomentar la participación de la sociedad en el proceso democrático, pero la empresa nunca ha expresado esto públicamente. «Nunca antes había habido tanto poder en manos de una sola empresa», comenta Ingrid Brodning, la embajadora digital de Austria en la Unión Europea, sobre la capacidad que tiene Facebook para influir en elecciones democráticas.
En julio de 2020, Facebook anunció que todos los usuarios que pueden votar en Estados Unidos recibirían información sobre las votaciones como parte de su plan para crear cuatro millones de votantes o «doblar el número de personas que ayudamos a registrarse como votantes en 2018 y 2016», según declaró la empresa.
Esta falta de transparencia sobre quién recibe está notificación y cuándo ocurre es especialmente preocupante ya que, tras haber negado que lo hiciesen, Facebook ha admitido que este sistema ha sido introducido en las elecciones de países europeos y no ha hecho ninguna declaración sobre si parará o seguirá utilizándolo.
Manipulación algorítmica
Un estudio del Instituto americano de investigación y tecnología del comportamiento, liderado por el doctor Robert Epstein, psicólogo de investigación, destapó la manipulación algorítmica en el buscador de Google y desveló cómo Google puede fácilmente influir en las elecciones en el mundo entero y cambiar la opinión de alrededor de un 20 % de votantes indecisos y de hasta un 80 % de votantes de ciertos grupos demográficos, y todo esto sin que se den cuenta de que están siendo manipulados. Dirigen a los usuarios hacia artículos e información concreta, favorable a un candidato en particular y también les llaman a la acción directamente.
Epstein ha descubierto que, ya que los resultados de tantas elecciones se deciden por márgenes muy pequeños, Google tiene mucho poder y podría influir hasta en el 25 % de las elecciones democráticas de todo el mundo.
Además, en las elecciones del Congreso de Estados Unidos de 2018, Google incluyó la «chapa» de «¡Vota!» tanto en su página principal como en su filial Youtube. Los experimentos que ha llevado a cabo Epstein y sus colegas desvelaron que las búsquedas relacionadas con las elecciones favorecían consistentemente a ciertas ideologías y a ciertos candidatos, lo que podría haber influido en más de 78,2 millones de votos.
La manipulación de Google en sus resultados de búsqueda no es nada nuevo. De hecho, en 2017 la Unión Europea le impuso una multa de 2,4 mil millones de euros por manipular resultados para favorecer a su propio sistema de comparación de precios y artículos.
La comisión llegó a esta conclusión tras analizar 1,7 mil millones de búsquedas reales en Google, alrededor de 5,2 terabytes de datos, que mostraron, de media, que la empresa relegaba a sus competidores a la cuarta página de la lista de resultados.
En una audiencia ante el Senado de Estados Unidos, el abogado constitucional Josh Hawley presionó a Mark Zuckerberg para que expusiese todo lo que sabía sobre un instrumento interno de su empresa llamado Centra . Hawley había recibido información de un testigo que detallaba cómo Twitter y Google se coordinan para censurar a ciertas personas, así como temas, hashtags y páginas web.
¿Empresas privadas o actores políticos?
El hecho de que estas empresas sean «privadas» suele ser la primera excusa para defender sus acciones, pero cada vez parece más impensable permitir que esto sea una justificación válida dado el poder supranacional y el monopolio del que gozan estas empresas en sus sectores.
Más allá de ser meros navegadores o redes sociales, estas empresas se han convertido en actores políticos con una gran influencia, publicando como si fuesen editoriales más que actuando como plataformas digitales. Dado que estas modificaciones tan sutiles pueden ser decisivas en elecciones democráticas, sin que los usuarios lo sepan, es muy preocupante que estos patrones que ocurren en Estados Unidos puedan ser trasladados tan fácilmente a Europa.
Un análisis de WIRED desveló que, desde el inicio de 2019, el 95 % de las contribuciones económicas de los empleados de las seis empresas «Big Tech» más importantes (Alphabet, Amazon, Apple, Facebook, Microsoft y Oracle) fueron para el candidato demócrata Joe Biden. Según los datos publicados por la Comisión Federal Electoral, Biden recibió 4 787 752 dólares, mientras que Trump sólo recibió 239 527, casi 20 veces menos. Los empleados de Alphabet, una empresa hermana de Google, contribuyeron con 1,8 millones de dólares, un tercio de la cifra total de la contribución de las seis grandes empresas, mucho más de lo que contribuyeron las otras cinco individualmente.
Además, las acusaciones a Rusia de injerencia política en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 para favorecer a Trump llevaron a Google a modificar su algoritmo para priorizar a las llamadas «fuentes con autoridad», es decir, los medios de prensa convencionales, y así colocarlos como primeros resultados de búsqueda. Todo esto ha servido para homogeneizar el flujo de información, ya que estas son las fuentes más destacadas en los Centros de Información Electoral de Facebook e Instagram, que recibieron una cifra estimada de 39 millones de visitas hasta el 21 de septiembre, como preparación a las elecciones de 2020.
Como consecuencia del llamado «Russiagate », Facebook anunció su colaboración con el comité de expertos más importante e influyente geopolíticamente, Atlantic Council , para «defender la democracia en todo el mundo» y para luchar contra las «noticias falsas», sin embargo, preocupa que puedan favorecer en su lugar los intereses de sus patrocinadores (entre ellos, empresas de la industria armamentística, petroleras, el Departamento de Estado estadounidense), además el comité está dirigido por antiguos directores de la CIA y antiguos secretarios de estado. Esta preocupación tomó más relevancia cuando, tras establecer esta colaboración, Facebook hizo una purga y censuró 500 páginas de medios independientes importantes, todos con una ideología que desaprueba las guerras en las que participa Estados Unidos.
Lo mismo se puede decir de la Junta de Supervisión de Facebook, creada en mayo, responsable de considerar qué publicaciones deben ser censuradas en Facebook e Instagram, incluso con el poder de decidir en contra de la opinión de Mark Zuckerberg.
Aunque la junta se enorgullezca de su diversidad racial, no gozan de ningún tipo de diversidad de opinión. El hecho de que todos sus miembros sean activos políticamente y 19 de los 20 miembros estén posicionados políticamente aumenta la preocupación sobre la imparcialidad de la junta cuando hay que decidir a quién censurar.
La Unión Europea siempre ha creído estar exenta de injerencias políticas en sus elecciones, pero las leyes tan estrictas que limitaban la influencia de las «Big Tech», se han deteriorado dado el gran aumento de gasto en lobbies que presionan a las instituciones europeas , y que han conseguido leyes más favorecedoras para estas empresas, así como puestos importantes en las juntas europeas y grandes inversiones directas en Estados miembros, que han servido para comprar inmunidad ante posibles investigaciones.
Es imperativo alertar a la población sobre la influencia que tienen las «Big Tech» sobre el electorado europeo, dadas las claras motivaciones políticas y económicas respaldadas por algoritmos precisos y unidas a un monopolio en sus sectores y a la ausencia total de transparencia. En teoría, las cláusulas de la Ley de servicios digitales se dirigen hacia la dirección correcta, sin embargo, como ya ha ocurrido en otras formas de investigación y control de las «Big Tech», aún habrá que ver si estos cambios legislativos terminan implementándose.